Las formas básicas de la personalidad se pueden entender como una estructura fundamental configurada por diversos factores que influyen en un individuo, ya sea por su predisposición natural o por su capacidad de interactuar con las influencias del entorno. En términos generales, la base de la personalidad es el producto de la capacidad de adaptación de un individuo a las circunstancias que lo rodean. No obstante, este resultado no es simplemente acumulativo ni se fundamenta en una idealización, sino en el proceso y los elementos a través de los cuales la persona lo alcanza.
Estas formas básicas de la personalidad están simbolizadas en las 22 cartas de los Arcanos Mayores del Tarot. Estas cartas representan arquetipos universales presentes en todos los individuos, sin distinción de género, signo zodiacal, nivel de desarrollo u otros factores. Dichos arquetipos pueden compararse con los órganos del cuerpo, esenciales y comunes a todos los seres humanos.
La aparición de una o varias cartas de los Arcanos Mayores en una lectura del Tarot, además de la información tradicionalmente asociada con ellas, enriquece la comprensión de la personalidad del consultante, revelando sus formas básicas, es decir, los componentes que la sustentan. Estas formas se describen de la siguiente manera:
El Loco: Representa la ligereza, el descuido y la imprudencia en el comportamiento y en la toma de decisiones. Este arquetipo se asocia con una actitud despreocupada, que a menudo minimiza las consecuencias en favor de mantener un flujo constante de acción, evitando tensiones innecesarias.
El Mago: Este arquetipo simboliza la autoafirmación y la acción dirigida por los intereses, deseos y aspiraciones personales. Aunque las acciones puedan parecer motivadas por otros o por una causa externa, en esencia, son impulsadas por el propio individuo, lo que refleja una tendencia hacia el egoísmo y, frecuentemente, un comportamiento egocéntrico.
La Papisa: Se relaciona con la "curiosidad innata". Este arquetipo describe a una persona motivada por el deseo de comprender, de investigar el funcionamiento de las cosas y de desentrañar secretos. La búsqueda de información y la claridad conceptual son esenciales para este perfil.
La Emperatriz: Denota actividad, eficiencia y una cierta inquietud que impulsa al individuo a la acción constante. Este arquetipo se refiere a una persona que actúa impulsada por su mundo interior, incapaz de permanecer en reposo y en constante necesidad de movimiento.
El Emperador: Este arquetipo está asociado con el control y el dominio. Representa a una persona que busca ejercer autoridad sobre las situaciones y sobre todo lo que se encuentra dentro de su esfera de intereses. Esta tendencia puede manifestarse como un comportamiento tiránico, orientado a subordinar todo a sus propios fines.
El Papa: Se vincula con la integración social. Este arquetipo describe a una persona que actúa en función de los intereses de la sociedad, adaptando sus posturas a las normas y expectativas sociales, sin perder su autonomía personal. Es un perfil de alta sociabilidad y compromiso con el entorno.
Los Enamorados: Este arquetipo caracteriza a una persona inclinada a la duda y la indecisión. Se trata de un individuo que constantemente considera alternativas, lo que le dificulta tomar decisiones definitivas por temor a equivocarse.
El Carro: Representa la acción enfocada hacia el éxito, motivada por la búsqueda de placer y la satisfacción inmediata, sin considerar las consecuencias a largo plazo. Este arquetipo se asocia con una actitud hedonista y despreocupada por el futuro.
La Justicia: Este arquetipo refleja el deseo de actuar conforme a las normas, las reglas y los principios establecidos. Describe a una persona que se esfuerza por mantener el equilibrio y la rectitud en su comportamiento, operando siempre dentro de los límites de lo socialmente aceptable.
El Ermitaño: Se refiere a la introspección y la autosuficiencia. Este arquetipo describe a un individuo que toma decisiones basadas exclusivamente en su propia experiencia y conocimiento, mostrando una desconfianza hacia las opiniones ajenas y una convicción en su propia sabiduría.
La Rueda de la Fortuna: Este arquetipo está relacionado con las experiencias emocionales intensas. La vida del individuo es percibida a través de una serie de reacciones emocionales fuertes, donde los eventos cotidianos desencadenan respuestas afectivas marcadas.
La Fuerza: Representa el potencial de actuar con determinación y poder. Este arquetipo describe a una persona capaz de enfrentar desafíos complejos, movilizando grandes esfuerzos para alcanzar sus objetivos.
El Colgado: Se asocia con una actitud de sacrificio y superación de dificultades. Este arquetipo simboliza a una persona que enfrenta la vida como una lucha constante, donde los logros se alcanzan a través del esfuerzo personal y la superación de obstáculos.
La Muerte: Este arquetipo refleja una actitud orientada al progreso y al desarrollo. Describe a un individuo que ve cada acción como parte de un proceso de crecimiento, donde cada paso está dirigido a alcanzar nuevas metas y a superar desafíos constantes.
La Templanza: Representa la armonía y la moderación. Este arquetipo se asocia con una persona que busca el equilibrio y la paz en su interacción con el entorno, evitando los conflictos y promoviendo la serenidad.
El Diablo: Este arquetipo simboliza la subordinación y la dependencia. Describe a un individuo que necesita que le dicten normas y directrices, y que actúa conforme a lo que le es impuesto por una autoridad externa.
La Torre: Se relaciona con las tendencias destructivas. Este arquetipo describe a una persona que se inclina a generar conflictos y a desmantelar estructuras existentes, motivada por la convicción de que ciertas cosas no deberían perdurar.
La Estrella: Representa el optimismo y la capacidad de generar ideas. Este arquetipo describe a una persona creativa, que constantemente produce nuevas ideas y proyectos, con resultados que pueden variar en su impacto.
La Luna: Este arquetipo se asocia con el secreto y el pesimismo. Refleja a una persona que, aunque no siempre es consciente de sus motivaciones, tiende a desconfiar de su entorno, buscando amenazas ocultas y enemigos imaginarios.
El Sol: Representa el realismo y el optimismo. Este arquetipo describe a una persona que persigue su bienestar personal y busca maximizar los beneficios de sus acciones, con un enfoque en la felicidad y la realización personal.
El Juicio: Se vincula con la nostalgia y el apego al pasado. Este arquetipo describe a un individuo que valora sus logros y experiencias pasadas, viéndolas como los elementos más importantes de su vida, a menudo en detrimento de una visión orientada al futuro.
El Mundo: Este arquetipo simboliza el pragmatismo y el enfoque en resultados concretos. Describe a una persona que se mantiene firme en la realidad presente, centrándose en resolver los problemas actuales con una visión práctica y fundamentada.